La cantidad de basura espacial orbitando la Tierra representa un creciente peligro para los astronautas, según un informe que la Academia Nacional de Ciencias de EEUU elaboró por encargo de la NASA.
“El actual entorno espacial se vuelve cada vez más peligroso para las naves y los astronautas”, manifestó Donald Kessler, ex responsable del programa de escombros orbitales de la NASA y presidente del comité que redactó el informe.
El científico urgió a la NASA a encontrar la mejor solución posible a este problema que “pone en riesgo las misiones robóticas y tripuladas en el espacio”. Algunos modelos de simulación por computador demuestran que la cantidad de basura espacial ha rebasado ya el límite crítico y es una avalancha de pequeños fragmentos que chocan constantemente entre sí, se multiplican y resultan muy difíciles de rastrear y esquivar.
Un ejemplo de ese fenómeno fue el choque, en febrero de 2009, del antiguo satélite militar ruso Kosmos-2251 y el satélite de comunicaciones estadounidense Iridium-33. La colisión, que se produjo sobre la península siberiana de Taimir, destruyó ambos aparatos y generó gran cantidad de escombros espaciales.
Actualmente hay en órbita 22.000 escombros grandes que pueden ser rastreados desde la Tierra. Súmense a ello medio millón de piezas cuyo tamaño varía entre uno y diez centímetros, y decenas de millones de fragmentos menores. La necesidad de esquivar tantos escombros sube el costo de naves espaciales y de sus lanzamientos.
A EEUU le corresponde un 30% de esta basura, y si intentara “barrer” escombros ajenos, los propietarios legítimos podrían protestar, por lo que expertos sugieren a la NASA y al Departamento de Estado examinar conjuntamente los aspectos jurídicos y diplomáticos del asunto.
También recomiendan a la NASA desarrollar un plan estratégico a largo plazo que defina los objetivos, las prioridades, las investigaciones y los recursos necesarios para la gestión y la eliminación de los desechos orbitales.
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