Los cinco mil satélites en funcionamiento que orbitan la Tierra están en peligro: la basura espacial acumulada durante décadas se ha convertido en una permanente amenaza para ellos. El lanzamiento de miles de naves por parte de las distintas agencias espaciales en los últimos decenios ha causado una aglomeración de basura en las órbitas que hace peligrar misiones militares, comerciales y científicas.
Las distintas instituciones espaciales siguen de cerca estos desperdicios para evitar desastres como el impacto, el pasado febrero, de un satélite ruso y otro estadounidense, de 790 y 560 kilogramos, que originó sendas nubes de basura espacial.
Esta semana, los tres tripulantes de la Estación Espacial Internacional tuvieron que refugiarse en la nave Soyuz ante la posibilidad de colisionar con restos de un satélite desechado.
En una entrevista telefónica con Efe, el jefe de la Oficina de Control de Operaciones de Satélites de Observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea (ESA), Miguel Canela, explicó que cuando se origina una colisión de este tipo los satélites se deshacen, tras una explosión, en miles de piezas que pasan a engrosar el catálogo de basura espacial.
Pese a todo, han sido pocos los casos de colisión de desechos con naves, tres en los últimos 20 años, según la NASA.
La Red de Vigilancia Espacial de Estados Unidos sigue de cerca el rastro de 18.000 objetos diferentes que flotan en las órbitas más utilizadas por los satélites.
La preocupación es tal que cada tres días se elabora un catálogo con nuevos datos de las piezas de basura que exceden los 3 centímetros: dónde se encuentran, hacia dónde se mueven, cómo giran, etcétera.
"La tenemos muy controlada, otra cosa es cómo manejarla", sentenció Canela.
Dos tipos de órbitas, las geoestacionarias, ubicadas a 36.000 kilómetros de la Tierra, y las bajas, a una distancia de 800 a 600 kilómetros, son las más utilizadas por los satélites y es en ambas donde existe la amenaza de colisión, porque están "súper cargadas" de basura.
Cuando comenzó la carrera espacial, nadie se preocupaba de los desechos depositados en el espacio: los lanzadores y los propios satélites se quedaban flotando sin control una vez que dejaban de funcionar.
Pero en los últimos 15 años distintas agencias se han puesto manos a la obra para hacer frente a este reto: firman acuerdos de colaboración y los satélites se diseñan de forma que, una vez que dejen de funcionar, puedan bajar a órbitas donde no molesten y regresar al planeta.
Hasta la fecha tan sólo varias decenas de satélites han regresado de forma controlada a la Tierra, donde, al entrar en contacto con las capas superiores de la atmósfera, se queman y no llegan a tocar la superficie.
Canela aseguró que hay años en los que no se produce ninguna entrada, mientras que en otros pueden regresar hasta cinco.
El científico explicó que las agencias espaciales de EEUU, Europa, Canadá, Japón, Brasil e India se han comprometido, mediante acuerdos, a hacer regresar de forma controlada los satélites a la atmósfera.
Rusia está de acuerdo en materia comercial, mientras que discute otros ámbitos, aunque al final "entrará". "Los chinos están lejos y hay algunos países, como Irán, a los que se intenta convencer".
En 2007 China destruyó uno de sus satélites, dejando en órbita 2.500 trozos del artefacto que "han generado problemas a todos" los que tienen proyectos en esos lugares.
"Se trata de un problema muy grave, es muy lamentable que haya ocurrido, pero afortunadamente no se dan muchos casos de éstos", aclaró.
La regulación de la actuación con la basura espacial no es un camino de rosas ya que no existen leyes internacionales vinculantes.
"Intentamos respetarnos lo máximo posible. Debo decir que aquellos que han firmado los acuerdos son honestos, pero si no cumplen sus promesas, nadie les persigue", dijo Canela, que controla dos satélites.
"Si alguno de mis satélites se pierde, yo tengo la garantía de que nadie me va a perseguir por haber originado más basura espacial. Si al llegar el final de la vida del satélite decidiera que lo más cómodo es dejarlo orbitar y no hacerlo regresar, alguien podría decirme: 'oiga, se ha portado usted muy mal', pero es todo lo que podría decirme", explicó el experto.
Ese tipo de legislación llegará, tarde o temprano, porque hay mucho puesto en juego en la investigación espacial como para que unos desperdicios lo volatilicen.
Mientras tanto, el ser humano sigue empeñado en ensuciar, incluso el espacio exterior, ajeno a sus dominios.
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